La boca es un conjunto de órganos y tejidos, duros y blandos, que forman lo que se conoce como cavidad bucal. Es la entrada del aparato digestivo y en ella se inicia la digestión.
En la boca se lleva a cabo la masticación que consiste en la trituración de los alimentos con la ayuda de la musculatura y de los dientes. Se pueden distinguir diferentes tipos de dientes, cada uno con una función específica: los incisivos cortan, los caninos desgarran y los molares trituran.
Una vez triturados, los alimentos se mezclan con la saliva formado el bolo alimenticio que posteriormente será deglutido. La saliva es un jugo digestivo producto de tres glándulas salivales:
- Parótida: la secreción es de tipo seroso (fluída). Se localiza debajo del arco cigomático, por delante de la apófisis mastoides y detrás de la rama de la mandíbula. Vierte sus productos a la altura del segundo molar superior.
- Submandibular: la secreción es de tipo mixto, seroso y mucoso (viscosa), aunque predominantemente seroso. Está dentro del ángulo mandibular y vierte su contenido al lado del frenillo de la lengua.
- Sublingual: es la más pequeña. Su secreción es mucosa (viscosa). Vierte su contenido a través de varios conductos situados en el pliegue sublingual.
Aunque la saliva está constituida mayoritariamente de agua (99%), existen en ella otros componentes (1%); alguno de ellos tan importantes como la mucina que lubrica el alimento, protege los dientes frente al ácido, tiene función inmunitaria; o enzimas digestivos, como la amilasa que digiere el almidón.
Como ya se ha dicho anteriormente, una vez que el alimento es triturado y mezclado con la saliva se forma el bolo alimenticio. Este será deglutido gracias al movimiento de la lengua que permite que se desplace al final de la boca para que sea tragado y pase a la faringe. A partir de este punto, la digestión se vuelve involuntaria.
En la faringe está situada la epiglotis, órgano cartilaginoso que separa la vía digestiva de la respiratoria. Al tragar cierra el paso de la tráquea evitando que el bolo pase a las vías respiratorias y continúe por el tracto digestivo hacia el estómago. Si esta no se cerrase correctamente correríamos el riesgo de atragantarnos e incluso morirnos.
BIBLIOGRAFÍA
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